lunes, 29 de noviembre de 2010

La magia de educar

Muchas personas cuestionan la labor docente diciendo cosas tan fuertes como que los profesores son todos malos o, peor aún, que sólo hacen su trabajo por la remuneración que reciben, es decir que solamente trabajan por plata y que más encima lo hacen mal.
Pues no es así de fácil y sencillo, cuando uno se dedica a ser profesor descubre que hay un sinfín de factores que están constantemente en juego en el proceso educativo de los niños y jóvenes con los que nos relacionamos, se trata de una labor de dedicación, cariño, amor, pero por sobre todo, de vocación.
Ser profesor implica dedicar mucho más de las 8 horas laborales al ejercicio de la profesión, ser profesor no se escoge por la remuneración que recibirán en el futuro, sino que por las ganas y el cariño que se siente por el bello acto de educar y de trabajar con personas en formación, porque como docentes nos enfrentamos a una etapa muy importante del ser humano, como lo es su formación cognitiva y moral, por lo tanto, lo que nosotros entregamos a los alumnos no se olvida al salir de la sala de clases o al cruzar las puertas de la escuela, sino que va mucho más allá. La enseñanza de un profesor hacia sus alumnos puede marcar la vida de alguno de estos.
Educar no es pararse frente a 40 niños y recitarles un determinado contenido, educar es transmitir valores y conocimientos nuevos de una forma que llame la atención de los niños y jóvenes que tenemos en frente, de una manera que queden grabados en su memoria y que lo sepan aplicar en el transcurso de sus vidas. Educar exige dedicación, tiempo, ganas y mucho amor a la educación, a la profesión y muy especialmente a las personas, que son con quienes nos comprometemos al momento de decidir seguir la profesión docente.

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