lunes, 29 de noviembre de 2010

La liebre y el tigre (Fábula)

¡Qué gran decepción tenía el joven de esta historia! Su amargura era por la forma tan inhumana en que se comportaban todas las personas. Al parecer, a nadie le importaba nadie…

Un día, al dar un paseo por el monte, vio sorprendido que una pequeña liebre le llevaba comida a un enorme tigre malherido que no podía valerse por sí mismo. Le impresionó tanto este hecho, que regresó al siguiente día para ver si el comportamiento de la liebre era casual o habitual.

Con enorme sorpresa pudo comprobar que la escena se repetía: la liebre dejaba un buen trozo de carne cerca del tigre. Pasaron los días y la escena se repitió de un modo idéntico, hasta que el tigre recuperó las fuerzas y pudo buscar la comida por su propia cuenta.

Admirado por la solidaridad y cooperación entre los animales se dijo: “¡No todo está perdido… si los animales que son inferiores a nosotros, son capaces de ayudarse de este modo, mucho más lo haremos las personas”.

Y decidió hacer la experiencia: se tiró al suelo, simulando que estaba herido, y se puso a esperar que llegara alguien a ayudarlo.

Pasaron las horas, llegó la noche y nadie se acercó. Estuvo así durante todo el otro día, mucho más decepcionado que cuando comenzamos a leer esta historia. Con la convicción de que la humanidad no tenía remedio, sintió dentro de sí la desesperación del hambriento, la soledad del enfermo, la tristeza del abandono… su corazón estaba devastado; ya casi no tenía ganas de levantarse; entonces ahí, en ese instante lo oyó…

¡Con qué claridad! Una hermosa voz, muy dentro de él, le dijo: “Si quieres encontrar a tus semejantes, si quieres sentir que todo ha valido la pena, si quieres seguir creyendo en la humanidad, y mirar a tus semejantes como hermanos, deja de representar el papel de tigre, y simplemente sé la liebre”.

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